
Todo sucede en la noche de Halloween, Angela la chica "rarita" del instituto decide montar una fiesta salvaje de la que se hable durante años y para ello que mejor emplazamiento que Hull House, una funeraria abandonada sobre la que se dice que pesa una extraña maldición, no es que sea el planteamiento más original del mundo pero nos encontramos con una película muy bien llevada que cuenta además con la presencia de Linnea Quigley, actriz de culto para los aficionados a la serie B que nos deleita con una memorable escena en la que participa un pintalabios, esta escena en particular la pasamos unas cuantas veces en aquel primer visionado hace ya como unos mil años. La pandilla de amiguetes se ponen a privar y ha practicar el sexo prematrimonial sin pensar en las funestas consecuencias y no contentos con eso tientan a la suerte una vez más realizando una sesión de espiritismo, toc toc, no es porque lo diga yo pero: ¿una sesión de espiritismo la noche de Halloween en una casa embrujada? sus destinos ya están escritos. Los memonios de Hull House responden a la convocación y uno a uno, comenzando por los que tienen menos redaños morales que en el fondo el genero de terror esta para enseñarnos los peligros de la droja y la concupiscencia, van cayendo bajo la influencia del maligno. Todas las salidas están bloqueadas, un muro ha aparecido como por arte de magia alrededor de la casa y no hay escapatoria, ¿quedara alguno con vida cuando salga el sol? eso tendréis que descubrirlo por vosotros mismos.
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